Gálatas 5:22-23 – “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”

El fruto del Espíritu no es algo que fabricamos por esfuerzo humano. Es el resultado natural de una vida conectada profundamente con el Espíritu Santo. Así como un árbol sano da buen fruto, un creyente lleno del Espíritu producirá una vida transformada.

No se trata solo de actuar “bien”, sino de permitir que Dios nos moldee desde adentro hacia afuera. Cuando dejamos que Él nos llene, el fruto —amor, gozo, paz, etc.— surge como evidencia de Su presencia viva en nosotros.

Cada una de esas virtudes no son solo cualidades personales, sino manifestaciones del carácter de Cristo en nosotros.

Reflexión:

¿Estás viendo este fruto en tu vida diaria? Si no, no te condenes: acércate al Espíritu Santo. No se trata de “hacer más”, sino de permanecer más en Él.

Oración:

Espíritu Santo, lléname cada día. Haz crecer en mí tu fruto, para que otros vean a Jesús en mi vida. Que mi carácter sea transformado por tu poder. En el nombre de Jesús, amén.

Carrito de compra
Scroll al inicio