Cuando Israel caminaba por el desierto, no tenían campos, tiendas ni seguridad alimentaria. Pero Dios mismo proveyó pan del cielo cada día. Él no les dio una despensa para todo el mes, sino la porción justa para cada jornada, enseñándoles a depender de Él día tras día.
Muchas veces nosotros también atravesamos “desiertos”: temporadas secas, difíciles, inciertas. Y justo ahí, donde no parece haber recursos, Dios demuestra que Él es suficiente. Su provisión llega de formas inesperadas, pero siempre a tiempo.
Él no falla. Su fidelidad en el desierto es testimonio de su amor constante.
Reflexión:
¿Estás atravesando una etapa difícil? Dios no te ha abandonado. Pide tu “maná” para hoy. Él proveerá lo necesario, tal vez no todo de una vez, pero sí lo que necesitas para caminar con fe.
Oración:
Padre, gracias porque en los desiertos también estás conmigo. Ayúdame a confiar en tu provisión diaria y a depender de ti más que de mis propios recursos. Sé mi sustento hoy. En el nombre de Jesús, amén.