En medio de la restauración del pueblo de Israel, Nehemías recuerda a todos que el gozo del Señor es una fuente de fortaleza. No se trata de una emoción superficial ni de optimismo humano, sino de una alegría profunda que nace al saber que Dios está con nosotros, incluso cuando las circunstancias no son favorables.
Este gozo no ignora el dolor, pero lo supera. No niega las lágrimas, pero las acompaña con esperanza. Es un gozo que sostiene, que levanta, que no se basa en lo externo sino en la presencia y fidelidad de Dios.
Reflexión:
¿Estás tratando de vivir en tus propias fuerzas? Recuerda que tu verdadera fortaleza proviene de un corazón que se alegra en Dios, no en lo que cambia. El gozo en Él te da energía para seguir adelante.
Oración:
Señor, llena mi corazón de tu gozo. Que tu presencia sea mi fuerza diaria. Ayúdame a no depender de lo que veo, sino de lo que sé: que tú estás conmigo. En el nombre de Jesús, amén.