Jesús no dijo “sean” la luz, dijo “ustedes son”. La luz es parte de nuestra identidad como seguidores suyos. En un mundo lleno de oscuridad, confusión y desesperanza, somos llamados a reflejar el carácter de Cristo y a brillar con su verdad, amor y justicia.
La luz no necesita anunciarse: simplemente brilla, y su sola presencia expone lo oculto y guía al perdido. No se trata de perfección, sino de disposición. Tu testimonio diario, tu manera de amar, perdonar y actuar con integridad puede iluminar más de lo que imaginas.
Reflexión:
¿Estás brillando donde Dios te ha puesto? No subestimes el poder de una vida comprometida con el Evangelio. La luz no se esconde. ¡Muéstrala con valentía!
Oración:
Señor, ayúdame a ser luz en medio de la oscuridad. Que mis acciones reflejen tu presencia. Quita de mí todo temor o conformismo, y úsame para que otros te conozcan. En el nombre de Jesús, amén.