El perdón de Dios no es solo una doctrina: es una fuente de gozo real y profundo. David, al escribir este salmo, no hablaba desde la teoría, sino desde la experiencia de haber sido restaurado tras su pecado. Él conocía la carga de la culpa… y la libertad de ser perdonado.
Muchos viven atrapados en la vergüenza o el remordimiento, pero la gracia de Dios ofrece limpieza completa. Cuando confesamos, somos lavados. Y ese perdón no solo borra el pasado, sino que trae nueva vida, paz y alegría.
Reflexión:
¿Estás viviendo con culpa innecesaria? Si has confesado tu pecado, entonces también debes recibir el gozo del perdón. No cargues lo que Cristo ya llevó por ti.
Oración:
Gracias, Señor, porque me perdonas con amor y sin reproche. Ayúdame a vivir en la libertad que tu gracia me da, sin cargar culpa. Que mi vida refleje la alegría de un corazón restaurado. En el nombre de Jesús, amén.