Este versículo no solo introduce la Biblia; establece la soberanía absoluta de Dios sobre el tiempo, el espacio y la materia. “En el principio” implica que antes de cualquier cosa, antes de la existencia misma, ya estaba Dios. Él no fue creado. Él es eterno. Todo lo visible e invisible, desde las galaxias hasta las partículas subatómicas, fue obra de su voluntad y poder creativo.
El verbo “crear” en hebreo (bara) se usa exclusivamente para acciones divinas; denota una creación desde la nada (ex nihilo), algo que solo Dios puede hacer. El mundo no es producto del azar, ni de un proceso impersonal, sino de una mente inteligente, amorosa y deliberada.
Dios diseñó el universo con orden y belleza. El cielo nos declara su gloria (Salmo 19:1), y la tierra refleja su bondad. Desde las leyes físicas hasta los colores del atardecer, cada elemento tiene un propósito. La creación es una obra de arte, y el Artista es Dios.
Pero lo más maravilloso es que tú y yo formamos parte de esa creación. No fuiste un accidente. Dios te pensó, te formó y te colocó en este tiempo específico por una razón. Eres parte de un plan eterno, diseñado por el mismo Creador del universo.
Reflexión:
Cada amanecer es un recordatorio de que la vida es un regalo. Cuando entiendes que Dios es tu Creador, comienzas a ver tu existencia con una perspectiva eterna. No estás aquí por casualidad, ni tus días son insignificantes.
La creación nos habla constantemente del amor, poder y sabiduría de Dios. A través de ella, Él nos invita a conocerle. Así como un cuadro refleja la esencia del pintor, la creación refleja el carácter de su Hacedor. Dios te creó a su imagen, con capacidad para amar, crear, pensar y relacionarte con Él.
Hoy, pregúntate: ¿Estoy viviendo de acuerdo con el propósito para el cual fui creado? ¿Estoy reconociendo la grandeza de Dios a través de lo que ha hecho?
Oración:
🛐 Señor Creador del cielo y de la tierra, gracias por el regalo de la vida y por cada detalle de tu creación que refleja tu gloria. Abre mis ojos para ver tu mano en lo cotidiano: en el canto de un ave, en la risa de un niño, en mi respiración. Recuérdame que no soy un accidente, que fui creado con propósito. Ayúdame a vivir con intención, adorándote con mi vida, y buscando cumplir el propósito para el que me formaste. En el nombre de Jesús, amén.