Pablo, al enfrentar una aflicción persistente, pidió a Dios que lo librara. Pero en lugar de quitarle la carga, Dios le respondió con una verdad poderosa: la debilidad no es un obstáculo para Dios, sino el lugar donde su poder se manifiesta con mayor fuerza.
Dios no siempre nos libra de las dificultades, pero nos fortalece en medio de ellas. A través de nuestras limitaciones, Él muestra su gracia sustentadora. Cuando somos débiles, dependemos más. Y cuando dependemos más, su poder actúa con libertad en nosotros.
Reflexión:
¿Estás luchando con algo que no cambia? Tal vez ahí, en esa debilidad, Dios está enseñándote a confiar más, a soltar el control, a dejar que Su gracia te sostenga.
Oración:
Señor, gracias porque tu gracia me basta. En mis debilidades, confío en tu poder. Enséñame a no huir de mi fragilidad, sino a abrazarla como un espacio donde tú brillas más. En el nombre de Jesús, amén.