Saúl ofreció sacrificios pensando que así agradaría a Dios, pero lo hizo desobedeciendo una orden clara. Esta historia nos recuerda que a Dios no le interesa lo externo si el corazón no está alineado con su voluntad.
Muchas veces intentamos “compensar” nuestra falta de obediencia con actos religiosos: más oraciones, más ofrendas, más servicio. Pero la obediencia sencilla y sincera es lo que Dios valora más.
Obedecer cuando no entendemos del todo, cuando cuesta, cuando va en contra de nuestro deseo, es una expresión de confianza profunda en Dios.
Reflexión:
¿Estás ofreciendo sacrificios mientras evitas obedecer algo que Dios ya te pidió? A veces, lo más espiritual que puedes hacer es decir “sí” a lo que ya sabes que debes hacer.
Oración:
Señor, no quiero solo hacer cosas para ti; quiero obedecerte de verdad. Dame un corazón sensible y dispuesto. Aunque no entienda todo, ayúdame a confiar y obedecer. En el nombre de Jesús, amén.